Bisagra
“Vamos a ponerle una bisagra a la historia argentina”
dijo Raúl Alfonsín, en aquella madrugada del 31 de Octubre de 1983.
Había ganado con el 52% y era el hombre elegido para
poner a la Republica en la senda de la vigencia plena de las instituciones.
Fueron tres décadas de complicaciones, discusiones,
angustias y frustraciones. Sobrevivimos a los levantamientos carapintadas, la
hiperinflación y los cacerolazos, pero (salvo algún delirante suelto) ya nadie
piensa en soluciones para el país que no
pasen por los caminos constituciones.
Los 30 llegan, sin embargo, cuando la sociedad se
encuentra en uno de sus peores momentos.
El “modelo” K, autodefinido como de inclusión, ha
dividido a la gente como pocas veces.
El “relato” dibuja una Argentina ideal, que está a años
luz del país real.
Los caprichos políticos, los disparates económicos, la
tozudez y la prepotencia fueron enfilando a la nación hacia una pendiente que
desemboca en un precipicio.
En Córdoba hubo saqueadores comunes. La gente pedía que
la policía los defendiera.
En las otras
provincias ya fue más confuso.
En Tucumán, llegaron a enfrentarse policías y gendarmes.
La gente protestaba “en contra” de los aumentos a la policía.
Eso es lo que viene.
Policías fuerzan aumentos merecidos pero imposibles de
pagar. Los otros sectores van por lo mismo.
Qué va a pasar?
Los aumentos se van a trasladar a los precios y se va a
disparar aún más la inflación.
Cuando llegue el momento de pagar los aumentos el estado
no tendrá el dinero y vuelta a cero.
Esto recién comienza.
Los gobiernos provinciales son impotentes y la indiferencia
del gobierno nacional, pretendiendo mostrar que el problema es ajeno, es una irresponsabilidad
infantil.
Cada cual atiende su juego, pero la Argentina enfrenta un
vacío de poder que agiganta un
problema mayor: una descomposición
social profunda.
A los funcionarios se les desconoce autoridad moral.
El monopolio de la fuerza, que debe estar en manos del
estado, se desplaza a la sociedad civil porque la policía no ocupa su lugar.
Los comerciantes ya abren sus puertas con una escopeta
bajo el mostrador.
Las calles son tierra de nadie.
Que va a pasar, Dios no permita, si matan a un niño o
adolescente, y los familiares y amigos salen a vengarlo?
Así se ve desde afuera.
La esencia de la democracia representativa consiste en
que los ciudadanos resignan parte de sus libertades a cambio de vivir en una
sociedad organizada que les de seguridad y respete otras libertades
individuales.
Eso cada vez funciona menos en la Argentina.
Muy lejos del sueño trasnochado de hace 30 años.