Wednesday, December 11, 2013

Bisagra

Bisagra
“Vamos a ponerle una bisagra a la historia argentina” dijo Raúl Alfonsín, en aquella madrugada del 31 de Octubre de 1983.
Había ganado con el 52% y era el hombre elegido para poner a la Republica en la senda de la vigencia plena de las instituciones.
Fueron tres décadas de complicaciones, discusiones, angustias y frustraciones. Sobrevivimos a los levantamientos carapintadas, la hiperinflación y los cacerolazos, pero (salvo algún delirante suelto) ya nadie piensa en soluciones para el  país que no pasen por los caminos constituciones.
Los 30 llegan, sin embargo, cuando la sociedad se encuentra en uno de sus peores momentos.
El “modelo” K, autodefinido como de inclusión, ha dividido a la gente como pocas veces.
El “relato” dibuja una Argentina ideal, que está a años luz del país real.
Los caprichos políticos, los disparates económicos, la tozudez y la prepotencia fueron enfilando a la nación hacia una pendiente que desemboca en un precipicio.
En Córdoba hubo saqueadores comunes. La gente pedía que la policía los defendiera.
En las otras provincias ya fue más confuso.
En Tucumán, llegaron a enfrentarse policías y gendarmes. La gente protestaba “en contra” de los aumentos a la policía.
Eso es lo que viene.
Policías fuerzan aumentos merecidos pero imposibles de pagar. Los otros sectores van por lo mismo.
Qué va a pasar?

Los aumentos se van a trasladar a los precios y se va a disparar aún más la inflación.
Cuando llegue el momento de pagar los aumentos el estado no tendrá el dinero y vuelta a cero.
Esto recién comienza.
Los gobiernos provinciales son impotentes y la indiferencia del gobierno nacional, pretendiendo mostrar que el problema es ajeno, es una irresponsabilidad infantil.
Cada cual atiende su juego, pero la Argentina enfrenta un vacío de poder que agiganta un problema mayor: una descomposición social profunda.
A los funcionarios se les desconoce autoridad moral.
El monopolio de la fuerza, que debe estar en manos del estado, se desplaza a la sociedad civil porque la policía no ocupa su lugar.
Los comerciantes ya abren sus puertas con una escopeta bajo el mostrador.
Las calles son tierra de nadie.
Que va a pasar, Dios no permita, si matan a un niño o adolescente, y los familiares y amigos salen a vengarlo?
Así se ve desde afuera.
La esencia de la democracia representativa consiste en que los ciudadanos resignan parte de sus libertades a cambio de vivir en una sociedad organizada que les de seguridad y respete otras libertades individuales.
Eso cada vez funciona menos en la Argentina.

Muy lejos del sueño trasnochado de hace 30 años.