Velorios
Hace muchos años hicieron una encuesta en EE. UU. preguntándole
a la gente si le gustaría tener algún cargo público, de presidente de la nación
hacia abajo.
Una señora respondió que le gustaría ser vicepresidente,
porque sólo están para ir a los velorios.
No siempre es así.
Durante la presidencia del inútil George Bush, quedó
bien claro su papel decorativo.
El verdadero poder lo tenía el vicepresidente Dick
Cheney.
Fue él quien decidió empezar la guerra con Irak, con
el pretexto de las armas nucleares que tenía Sadam Hussein, que nunca aparecieron.
Y se quedaron con el petróleo de Irak.
El impresentable Bush solo decidió su propio
sacrificio en honor a las tropas norteamericanas: suprimió el postre en su
almuerzo.
Cuando se supo que Scioli aceptó la imposición de
Kristina de llevar a Zannini como compañero de fórmula muchos temieron (otros
tuvimos la convicción) de que si gana va a gobernar la Cámpora.
Anoche los temores tomaron forma de certeza implacable.
Scioli le dijo a Fantino, por el canal América, que “La
Cámpora es el presente y será el futuro de la Argentina”
El gobernador de Buenos Aires ha demostrado la fortaleza
de un “marine corp” para soportar humillaciones políticas y ninguneo por parte
de Kristina.
Por qué sería distinto ahora?
Antes del cierre de listas del sábado pasado, todos creíamos
que “ella” iba a ir en algún tramo de la boleta por la simple razón de que necesitaba
fueros para, eventualmente, no ir presa.
No será candidata a nada, simplemente porque no lo
necesita. Puede dormir tranquila.
Una mirada atenta del escenario político argentino
desde el año próximo muestra que la fuerza de choque de Máximo estará ocupando
posiciones estratégicas en el gobierno, en el Congreso, en la Justicia y en las
gobernaciones.
Además de esas certezas, rondan otros temores: el
inefable Axel podría seguir siendo ministro de economía, Kristina podría redoblar
su ofensiva contra la Corte, y siguen las firmas.
Desde afuera, podría seguir manejando su gente a los
cachetazos y decidiendo lo que ella crea mejor para los argentinos, con la protección
de Él y de Chavez que la guían desde el cielo.
Si gana Scioli, la Kámpora podrá imponerle lo que
quiera.
Si gana otro, La Kámpora podrá trabarle lo que no quiera.
Las PASO presidenciales servirán para contar los
porotos en la oposición y saber cuánto tiene cada uno.
Scioli, en cambio, es dueño de una certeza: los votos
que saque en primera vuelta serán los mismos que saque en la segunda. Ni uno más.
Es un “voto de culto” como suele llamarse también al
voto fanático e irracional.
Que viene después?
En cualquier país serio, los que carecen de
posibilidades ciertas de triunfo declinan sus postulaciones y se encolumnan detrás
de aquel que juzgan más cercanos a sus propias convicciones.
Estarán los dirigentes opositores a la altura de este desafío
descomunal?
La historia dice que no.
Nunca fueron capaces de superar sus propias aspiraciones
personales y la única vez que lo hicieron la Alianza fue un desastre, a pesar
de que el menemismo no tenía ni una ínfima parte del poder kristinista que
sobrevivirá después del 10 de diciembre.
Lógica simple.
Gana Scioli: La Kámpora gobierna.
Gana otro: La Kámpora obstruye.
Tanto les cuesta entenderlo?
La oposición debería optar por el mal menor.
Si no, Kristina tendrá dos vicepresidentes para mandar
a los velorios.