Arcos
Fue
a mediados de 1983.
Raúl
Alfonsín recorría el país en gira de campaña.
Cuando vino a Córdoba me
concedió una entrevista de una hora en la desaparecida LV2.
Le pregunté “de todo”.
Al abordar el tema de la
libertad de prensa (un valor desconocido para las generaciones jóvenes de ese
tiempo, me incluyo) le pregunté si aceptaría que la prensa publicara un dibujo
de una tortuga con su foto, como habían hecho con Illia.
“Van a publicar cosas peores,
también, me dijo. Lo importante es que el estado debe garantizarle a toda la
sociedad el acceso a la libre información, y escuchar todas las voces. Eso hace
a la esencia de la democracia.”
Treinta años después, el
despido de Víctor Hugo Morales de Radio Continental vuelve a poner sobre la
mesa un tema que nunca se resolvió: los medios públicos son del estado, no del
gobierno de turno.
La administración Macri se ha
comprometido en campaña a poner, finalmente, las cosas en su lugar.
Veremos.
Por lo pronto, hay un
chisporroteo que despunta como un combate preliminar.
El propio Víctor Hugo, los panelistas
de 6,7,8 y los periodistas de Radio Nacional reclamando pluralidad informativa,
cuando durante una década defendieron la política más absolutista y sectaria,
solo denuncia la rigidez pétrea de sus humanas facciones.
Tienen derecho a pedir
pluralidad informativa los que proclamaban a viva voz “ahora vamos por todo” y
marginaron a todos los que pensaban distinto?
Sí, lo tienen.
Tiene el estado el derecho a
no dejarse tomar por bobo?
Sí. También.
A VHM lo despidió una empresa
privada. La misma que durante 30 años le pagó suculentos honorarios.
Ahora quiere que el estado le
banque un programa con los panelistas de 6,7,8 para seguir haciendo el periodismo
manipulador, escatológico y bandolero de la última década.
Para ellos no ha variado nada.
Solo hubo cambio de arcos, y
se está jugando el segundo tiempo del mismo partido.
La pluralidad informativa no
es eso.
La libertad de prensa tampoco.
VHM podría trabajar en
cualquier otro medio privado de los muchos que hay en Buenos Aires.
Los panelistas de 6,7,8 también.
Inclusive, hay más de 15
medios que hasta ahora han mostrado afinidad política y “voluntad comercial”
con la ex presidenta Kalabaza, donde podrían continuar libremente su relato.
Los medios públicos no están
para servir a los gobiernos de turno. Tampoco a la oposición de turno.
El estado debe garantizar el
acceso a la libre información haciendo de los medios públicos un escenario de
debate civilizado y constructivo, no una trinchera ideológica.
De los ingleses se podrá decir
cualquier cosa, pero la BBC sigue siendo un ejemplo en ese aspecto.
La SVT, televisión pública de
Suecia, está manejada por una fundación y sus directivos son elegidos por el
parlamento.
Sistemas parecidos tienen SBS
de Australia, o DR de Dinamarca, donde los directivos son elegidos por el
Ministerio de Cultura, el Parlamento y los empleados.
Argentina puede tomar ese
camino, o puede hacer como la RAI Italiana, que creó tres redes nacionales: RAI
1, RAI 2 y RAI 3, una para la democracia cristiana, otra para el partido
socialista y la tercera para el partido comunista… y todos felices.
Un disparate total.
No hay que pensar mucho.
O se hace un cambio serio y en
serio, o seguirá la lógica de mentalidad liliputiense en donde todo se reduce al
vicioso péndulo de “relato y contra relato”.
Santiago Daniele
Periodista y abuelo.