Amarillos
La “Chu” es una
sobrina postiza que queremos mucho. Recientemente se graduó en High School y
en dos semanas comienza la universidad.
Calificaciones excelentes y futuro brillante.
La Chu es una gran estudiante y será
una gran periodista.
El mes pasado hubo fiesta de graduación en su casa. A la hora en que
quedábamos solo los íntimos y ya nadie quería más champagne, comentábamos el
enorme desafío que significó para ella y sus hermanos adaptarse, en solo tres años,
a un nuevo idioma, nueva cultura y nuevos amigos.
Y lo lograron con éxito, sobre todo en educación.
En ese momento, la madre disparó una frase de alto impacto: “Eso sí, a los
chinos no hay con que darles.” Si vos te sacas un 10, ellos se las arreglan
para obtener un 11.
Me trajo a la memoria historias similares de chinos, vietnamitas y
mayormente japoneses, que obtienen posiciones sobresalientes en el trabajo o en
sus estudios.
Por qué?
Son una raza superior? No.
Son predestinados? No.
Nacen con un cerebro distinto? No.
Es solo disciplina y contracción al estudio o al trabajo.
De pequeños los preparan para tomarse la vida en serio y asumir responsabilidades.
El trabajo es para ellos, pues, una parte importante de la realización
personal y de la propia dignidad.
Por cierto, los hay también mafiosos, vagos, ventajeros y explotadores.
Pero las diferencias culturales son innegables.
Por eso ellos están como están, y nosotros estamos como estamos: buscando
siempre la puerta para entrar por izquierda, ventajeando, violando leyes y ética,
y talentosos solo para inventar excusas.
Mientras las cosas sigan así, seguiremos “ganando décadas” pero perdiendo
el tren del futuro.
Por suerte, la Chu sabe qué modelo elegir.