ENTEL
Bernardo Neustadt consagró su vida a despotricar
contra las empresas públicas de servicios, alegando que eran ineficientes y
caras por deficiencias congénitas. Todo absolutamente cierto.
Proponía privatizarlas para tener un servicio
económico y eficiente, empezando por ENTEL, la desastrosa Empresa Nacional de
Telecomunicaciones.
Ya no más hablar a los gritos, y repetir tres veces
lo mismo.
Alfonsín le respondió que los teléfonos servían a la
soberanía nacional.
Bernardo tomó entonces un viejo teléfono negro, lo
abrió en cámara y se preguntó dónde estaba la soberanía.
Después vino Menem, y de la mano de Maria Julia, los
teléfonos fueron privados.
Las tarifas aumentaron con un gran salto, pero por
lo menos se podía (y se puede) hablar por teléfono.
Con los celulares es otra historia.
La semana pasada, apenas llegué a Córdoba, un amigo
médico me dijo: “vas a tener que acostumbrarte a que aquí hablamos por celular
cuando la compañía quiere; no cuando uno lo necesita”.
Después de 4 intentos fallidos logramos acordar una
reunión para el día siguiente.
No fue tan difícil. Solo tuve que pararme en una
esquina del garaje, subirme a una silla, y tomar con la mano libre el marco de
chapa del portón para que hiciera de antena.
La red de celulares en el país soporta cinco veces
la cantidad de líneas para la que fue diseñada, y cuando alguien les reclama
mayor infraestructura, las prestadoras se atajan con el argumento de que los
gobiernos no autorizan nuevas antenas por razones ecológicas.
La excusa perfecta.
Sin embargo,
la mala atención, los procedimientos ridículos y el servicio al cliente
que no existe no son culpa del gobierno.
Tengo una línea prepaga que utilizo cuando voy a Córdoba.
Necesito mudarme de compañía pero no quiero perder el número.
En mi viaje anterior fui la compañía a hacer el trámite.
Me pidieron un documento de identidad y les mostré
mi licencia de conducir de la Florida.
“No, señor. Tiene que ser un documento argentino”,
me dijeron.
Con una licencia de conducir de Unquillo o La
Calera, en EE.UU se puede alquilar un auto, acreditar identidad para comprar
con tarjeta de crédito, y hasta mostrar mayoría de edad para entrar a un
cabaret, pero a la recíproca, en Argentina no se puede hacer un simple trámite
para un celular.
En este viaje encaré otra vez, ahora llevando mi
pasaporte argentino.
No, señor. Tiene que ser el DNI.
Pero es el mismo número y la misma foto!!!!, le
respondí.
No señor. El Pasaporte, legalmente, no sirve para
acreditar identidad, me instruía el empleado.
Con ese pasaporte entré a la Casa Blanca, estuve en
el Kremlin, entré y salí de 17 países en todo el mundo, pero no puedo realizar
un simple trámite para un celular PREPAGO.
Ridículo y patético.
La próxima vez voy a llevar el DNI, dos testigos y
un escribano, a ver si esta vez me aceptan como cliente.
Los celulares nacieron privados. Nunca fueron
estatales.
Kristina
podría, igual, estatizarlos y dárselos tranquilamente a La Cámpora.
Nada cambiaría demasiado.