Thursday, October 24, 2013

Entel

ENTEL

Bernardo Neustadt consagró su vida a despotricar contra las empresas públicas de servicios, alegando que eran ineficientes y caras por deficiencias congénitas. Todo absolutamente cierto.
Proponía privatizarlas para tener un servicio económico y eficiente, empezando por ENTEL, la desastrosa Empresa Nacional de Telecomunicaciones.
Ya no más hablar a los gritos, y repetir tres veces lo mismo.
Alfonsín le respondió que los teléfonos servían a la soberanía nacional.
Bernardo tomó entonces un viejo teléfono negro, lo abrió en cámara y se preguntó dónde estaba la soberanía.
Después vino Menem, y de la mano de Maria Julia, los teléfonos fueron privados.
Las tarifas aumentaron con un gran salto, pero por lo menos se podía (y se puede) hablar por teléfono.
Con los celulares es otra historia.
La semana pasada, apenas llegué a Córdoba, un amigo médico me dijo: “vas a tener que acostumbrarte a que aquí hablamos por celular cuando la compañía quiere; no cuando uno lo necesita”.
Después de 4 intentos fallidos logramos acordar una reunión para el día siguiente.
No fue tan difícil. Solo tuve que pararme en una esquina del garaje, subirme a una silla, y tomar con la mano libre el marco de chapa del portón para que hiciera de antena.
La red de celulares en el país soporta cinco veces la cantidad de líneas para la que fue diseñada, y cuando alguien les reclama mayor infraestructura, las prestadoras se atajan con el argumento de que los gobiernos no autorizan nuevas antenas por razones ecológicas.
La excusa perfecta.
Sin embargo,  la mala atención, los procedimientos ridículos y el servicio al cliente que no existe no son culpa del gobierno.
Tengo una línea prepaga que utilizo cuando voy a Córdoba. Necesito mudarme de compañía pero no quiero perder el número.
En mi viaje anterior fui la compañía a hacer el trámite.
Me pidieron un documento de identidad y les mostré mi licencia de conducir de la Florida.
“No, señor. Tiene que ser un documento argentino”, me dijeron.
Con una licencia de conducir de Unquillo o La Calera, en EE.UU se puede alquilar un auto, acreditar identidad para comprar con tarjeta de crédito, y hasta mostrar mayoría de edad para entrar a un cabaret, pero a la recíproca, en Argentina no se puede hacer un simple trámite para un celular.
En este viaje encaré otra vez, ahora llevando mi pasaporte argentino.
No, señor. Tiene que ser el DNI.
Pero es el mismo número y la misma foto!!!!, le respondí.
No señor. El Pasaporte, legalmente, no sirve para acreditar identidad, me instruía el empleado.
Con ese pasaporte entré a la Casa Blanca, estuve en el Kremlin, entré y salí de 17 países en todo el mundo, pero no puedo realizar un simple trámite para un celular PREPAGO.
Ridículo y patético.
La próxima vez voy a llevar el DNI, dos testigos y un escribano, a ver si esta vez me aceptan como cliente.
Los celulares nacieron privados. Nunca fueron estatales.
Kristina  podría, igual, estatizarlos y dárselos tranquilamente a La Cámpora.

Nada cambiaría demasiado.

Thursday, October 10, 2013

Teorema

Teorema

Raúl Baglini fue diputado radical por Mendoza durante los gobiernos de Alfonsin y Menem.
Su especialidad era la economía.
Un día enhebró una expresión que quedó registrada en el anecdotario de la política argentina.
“La vocación de cambio, dijo, es inversamente proporcional a la cercanía al poder”.
O sea que cuando el dirigente más se acerca al poder menos deseos de cambiar tiene o manifiesta.
La dirigencia política de entonces bautizó despectivamente este razonamiento como el “Teorema de Baglini”
Sin embargo, detrás de la descalificación, el concepto encierra una verdad casi absoluta.
Por eso las campañas políticas no se basan en la discusión de ideas sino en recursos más o menos ingeniosos para “vender” al candidato por su simpatía, su carisma o sus éxitos con el sexo opuesto.
Quién sabe para qué quieren ser elegidos los que hoy son candidatos?
Igual, no van a hacer nada porque el Congreso está pintado, pero esa es otra discusión.
Los únicos que prometen medidas revolucionarios son los que saben que nunca llegarán.
Nadie, NADIE, promete castigo y cárcel para los corruptos (tal vez para no quedar en el futuro atrapados por sus propias palabras).
El mejor candidato parece ser el que sonríe mejor, el que sale con la modelo más hermosa o hace el chiste más ingenioso.
Eso incluye el ya famoso “tay bien, negro?” aunque estos por lo menos mostraron un puente.
Y el más desopilante: la campaña rapera de la candidata que “hace bien”, como si fuera un antiácido.
Es cierto que en 30 segundos no se puede desarrollar una plataforma política, pero lo triste es que a nadie se le cae una idea.
A lo sumo, la descalificación del adversario.
Además, hay que desmitificar aquello de que “Los Kirchner se robaron todo”.
Dada la enjundia puesta en la carrera por llegar a una banca, deber ser que algo queda todavía.
La lucha por el poder no es mala.
Lo importante es qué se quiere hacer con el poder.
Y ahí es donde todos hacen agua.

Fieles a la lógica del teorema de Baglini, estos candidatos se van todos a marzo.

Monday, October 7, 2013

Boudou

Boudou

Hace muchos años, se hizo en EE.UU. una encuesta masiva pero sin demasiada trascendencia. Se le preguntaba a la gente que querría ser si tuviera que elegir un puesto dentro del gobierno.
Una señora muy educada dijo “Vicepresidente”
Por qué? le preguntaron.
-Porque el vicepresidente esta sólo para ir a los velorios y no tiene responsabilidades.
Más allá de la humorada, lo cierto es que a la hora de elegir un compañero de fórmula, los candidatos a presidente deben hacer un delicado equilibrio, buscando a quien le arrime votos, sea hábil, inteligente, buen negociador político en el congreso, pero no tanto como para que lo pueda eclipsar.
Y por encima de todo, que sea leal.
·        * Kirchner lo eligió a Scioli.
·        * Kristina a Cobos.
·        * Después a Boudou.
·        * Menem a Duhalde.
·        * Después lo llamó a Ruckauf.
·        * Cuando renunciaron Cámpora y Solano Lima, en el 73, lo hicieron viajar “de urgencia” al exterior al presidente del Senado, Alejandro Díaz Bialet, para que asumiera Raúl Lastiri, yerno de López Rega.
·        * Y el disparate más grande de la historia: Perón la eligió a Isabel.
Es decir que todos sacrifican al capaz, para ungir al leal o al inofensivo.
El problema aparece cuando ocurre lo inesperado.
Cuando era presidente de EE.UU. George Bush padre, del 89 al 93, el vicepresidente era Dan Quayle, joven, simpático y pintón. Como Boudou.
Pero era un inútil total. Como Boudou.
Un día el presidente tuvo un problemita de salud y de pronto a la gente le cayó la ficha de que la nación podía quedar en manos de Quayle.
A todo el mundo le corrió frío por la espalda.
Distinto fue el caso de George Bush hijo (presidente del 2001 al 2009) cuando se atragantó con un pretzel viendo un partido de beisbol.
La gente sabía que el verdadero poder residía en el vicepresidente Dick Chenney.
Es muy difícil encontrar una persona que reúna todas las condiciones, como fue con Clinton y Al Gore. En las elecciones de 92, primer triunfo de Clinton, muchos decían incluso que hubieran preferido la fórmula al revés (Gore-Clinton).
De hecho, después de los ocho años de Clinton, Gore ganó los comicios, pero no fue presidente porque los republicanos le robaron la elección con el aval de la corte suprema de justicia.
Hoy los argentinos comienzan la semana con dos problemas adicionales:
1      No saben quién manda en el país.

               No saben si es mejor que todo siga concentrado en las manos de Kristina, o que se aplique la constitución y asuma un vicepresidente que lejos de parecerse a Al Gore, traerá a la memoria la imagen preclara de Isabelita.

Friday, October 4, 2013

Pulseada

Pulseada

En EE.UU. hay 40 millones de personas sin seguro médico. No es poco en un país donde una operación de apendicitis puede costar 35 mil dólares y un parto sencillo, sin complicaciones, casi ambulatorio, cuesta 20 mil dólares.
No existe el hospital público?
Sí. Pero es tan bueno como los privados y tan caro también.
La diferencia es que en el hospital público primero te atienden y después preguntan cómo podes pagar. A lo mejor, terminás haciendo un plan de pagos a 30 o 40 años.
La reforma del sistema de salud fue una de las grandes promesas de campaña de Barak Obama. Ya lo había intentado, sin éxito, Hillary Clinton cuando era primera dama del país.
El nuevo programa federal de salud, despectivamente llamado Obamacare, prevé cobertura en varios niveles. Si los ingresos familiares son muy bajos, o nulos, se puede acceder a programas subsidiados o incluso, gratuitos.
Quién pone esa diferencia en plata?
El estado.
Recursos asignados a la salud pública, para hacerla accesible a todos los ciudadanos.
Ese es el telón de fondo de la batalla que hoy sacude la política norteamericana.
El ejercicio fiscal terminó el 30 de setiembre, y al no haberse aprobado el presupuesto del año próximo, el gobierno federal no tiene autorización para efectuar erogaciones.
Por ello, miles de empleados públicos fueron enviados a sus casas sin goce de sueldo. En parques nacionales, seguridad, escuelas y administración central solo hay guardias mínimas.
La amenaza del default del gobierno de la nación más rica y poderosa del mundo se daría porque el ejecutivo no podría pagar los intereses de su astronómica deuda pública, interna y externa.
No es que no haya plata.
Es porque Obama no tiene autorización para pagar.
Por qué no se aprueba el presupuesto?
Porque los demócratas tienen mayoría en el Senado, pero la oposición republicana controla la Cámara de Representantes (Diputados).
Los republicanos no quieren avalar un aumento en el gasto público y piden que se suspenda la entrada en vigencia del Obamacare para aprobar el presupuesto.
El presidente dice que el nuevo sistema de salud, que entró en vigencia el martes 1 de octubre, no es negociable.
La pulseada ya lleva 4 días, y nadie avizora una salida.
Lo curioso es que tanto celo de los republicanos para cuidar las arcas públicas a veces muerde la banquina.
Cuando estalló la crisis de la vivienda y los bancos en 2008, el gobierno de Bush decidió prestarle a las entidades bancarias 700 mil millones de dólares.

En esa oportunidad, la aprobación parlamentaria de los republicanos demoró… tres horas.