Ventanas
Imaginemos un edificio que tiene algunas ventanas
rotas. Si no se reparan, los vándalos querrán romper otras y después entrar al edificio
y destruir todo adentro. “Total, no pasa nada”.
Sucede lo mismo con la basura. Si se amontonan unas
bolsas en la vereda y nadie las recoge, pronto habrá ahí montañas de basura. “Total
no pasa nada”.
Esa es la esencia de la impunidad.
La “teoría de las ventanas rotas” fue publicada en
1982 por dos universitarios: James Wilson y Georges Kelling.
Ahí usaron, por primera vez, el concepto “Tolerancia
Cero”, un enfoque de la seguridad ciudadana basado en el castigo severo de
cualquier infracción, reduciendo al máximo los tiempos entre el delito y la
codena, y eliminando los subterfugios legales para evitar que los delincuentes
entren por una puerta y salgan por la otra.
La política de Tolerancia Cero fue aplicada en la ciudad
de New York entre 1994 y 2002 por el alcalde Rudolph Giuliani.
El delito en general bajó un 65% y los asesinatos en
un 70%.
Setenta por ciento.
Los críticos dicen que no hay que poner el acento en
la represión sino en las causas sociales de la marginalidad, y que la política de
mano dura favorece o incluso fomenta los excesos policiales.
Esto último es cierto. Las denuncias por abusos
policiales en Nueva York en el mismo periodo aumentaron un 41%, en buena parte
por la presión de los mandos policiales para cumplir con las estadísticas.
El problema es que resulta difícil que la gente
entienda que mientras se cierran las brechas sociales, a los buenos les siguen
robando y los siguen matando.
No se trata de redefinir la política de seguridad y
convertirla en un instrumento de marketing político.
Es mucho más simple: No puede haber estado y sociedad
organizada sin castigo para los que cometen delitos.
Bienvenidas las políticas integrales de gobierno que
buscan disminuir el delito por vía de políticas sociales de inclusión.
Pero, mientras tanto, algo hay que hacer.
Si la represión del delito no resuelve el problema, la
redistribución tampoco.
El combate contra el delito se resume en tres puntos:
= Detenerlos rápido
= Juzgarlos rápido.
= Recluirlos rápido.
Lo demás es biri-biri.