Volví. Pasaron
4 meses desde mi último spot.
Me resultaba muy penoso machacar sobre lo que pasa en
la Argentina, tal como lo veo “Desde Afuera”, cuando la frustración y el
desánimo son una mochila muy pesada que cada argentino debe cargar día tras
día.
Pero frente a todo lo que ha pasado, el silencio es complicidad, o por lo menos
indiferencia. Y ambas ofenden a los argentinos de bien.
Aquí vamos, entonces.
SD
SILBIDOS
En 1998 el Papa Juan Pablo II visitó Cuba con su
mensaje pastoral.
Fue a la vez un hecho político que no tenía precedentes,
en las largas y oscuras décadas de la Cuba comunista.
El mundo libre miraba expectante esa batalla interna
del pueblo cubano: asistir o guardarse por miedo.
Fidel, viejo zorro, no quiso correr riesgos y él personalmente
convocó al pueblo a recibir al Papa.
Las ceremonias fueron multitudinarias, pero nadie pudo
decir si eran cubanos oprimidos deseosos de libertad o defensores de la
revolución.
En estos días se conjeturó bastante sobre si el
gobierno de Kristina debería haber convocado también a la marcha del 17F.
No lo hizo porque nadie le creería.
El gobierno se abocó entonces a métodos que le son más
familiares: embarrar la cancha.
Tira cañitas voladoras para distraer la atención del volcán
en erupción.
Y le está saliendo bastante bien.
Ya se habla más de la muerte de Nisman que de su
denuncia contra Kristina. De los servicios de Inteligencia, de la eterna pelea
Carrió-Anibal y de las cotidianas estupideces en ayunas de Piñón Capitanich.
Sin embargo, en la Argentina están pasando algunas cosas
de esas que quiebran la historia.
El Poder Judicial está mostrando algunos signos de que
quiere huir hacia adelante, por su propio instinto de supervivencia.
Creo que se vienen días tormentosos para la Reina y su
sequito obsecuente, con viejas causas judiciales que saldrán de su letargo.
Empezará el desfile K por los Tribunales.
Las balas silban cada vez mas cerca.
Quizás sea la última oportunidad que le queda al país.
Nada se puede esperar de los legisladores, que cuando
son minoría no pueden, y cuando pueden no quieren.
Mucho menos se puede esperar de la gente.
En el 2001 destrozaron cacerolas al grito de “que se
vayan todos”. Después volvieron a votarlos a todos. Los mismos.
Se quejan, pero a la hora de votar pesan más el plan
social y el choripán.
El homicidio de Nisman no se va a aclarar nunca, por más
que ahora todos repitan a coro que su muerte no debe ser en vano.
Lo mismo decían de Favaloro, quien se suicidó asqueado
de la corrupción en el poder.
Y cada vez hay más corruptos.
Fue una muerte en vano.
La única esperanza está en los jueces serios e independientes,
que se impongan por encima de los otros, los serviles, corruptos e inmorales.
Es una lucha larga y difícil. A veces se gana. A veces
no.
El periodista que destapó el escándalo de la venta de
drogas que hacia la CIA para financiar la entrega de armas a los contras nicaragüenses,
manejada por el Coronel Oliver North durante la presidencia de Reagan, murió de
dos balazos en la cabeza. El juez rápidamente determinó que fue suicidio.
Único caso de un suicidado con dos balazos.
La investigación del diario The Washington Post sobre
Watergate duró más de 2 años, pero al final Nixon tuvo que renunciar.
La muerte de Kennedy, en cambio, quedó impune porque
cuando un hombre decente, el Fiscal Jim Garrison, quiso llegar a la verdad, el
entramado conspirativo se lo impidió.
Entre un extremo y otro se balancea el futuro de los
argentinos.
Ni olvido, ni venganza. Justicia.
Si no, retumbarán también allí las palabras del fiscal
Garrison al final del juicio por la muerte de Kennedy:
“Este veredicto lo único que demuestra es que en este
país no se puede investigar el poder”.
Feb 11 2015