Friday, February 21, 2014

Vientos

Vientos                     

En Mayo de 1989 viajé a La Rioja con Charlie Fernández, periodista de Radio Continental, y por entonces columnista político mío en Aire Libre también.
Carlos Menem, presidente electo, afinaba la conformación de su gabinete mientras la hiperinflación era una fiebre que no bajaba.
Nos había concedido una entrevista exclusiva de una hora.
En medio de la grabación, le preguntamos a Menem cuándo estaría listo para asumir.
Yo YA estoy listo, respondió.
Para un gobierno con tanta debilidad ese soplido podía asimilarse a un huracán que podía llevárselo puesto a Alfonsín.
Y se lo llevó.
El 9 de Julio del 89 asumió Carlos Menem.
Ese fantasma todavía no sacude a la Argentina 2014 por varias razones:
1.     Nadie está en condiciones de asumir. Eso calma la ansiedad y deseos de cambio en la sociedad.
2.     La inflación  no llegó a ser Híper, aunque eso no sea mérito del gobierno.
3.     Los gremialistas encontraron hasta ahora la forma que hacerse los tontos y demorar sus demandas. Por mucho menos, Saúl Querido le hizo 14 paros a Raúl Alfonsín.
4.     Parece haber un consenso tácito en que el gobierno debe terminar su período, no solo por la institucionalidad, sino para que terminen de quemarse solos, y nadie les dé la excusa para decir “no nos dejaron terminar”.
Pero todo eso puede cambiar muy rápidamente, y en simultáneo.
La Argentina es hoy una familia en bancarrota.
El padre despreciaba al gerente del banco y decía que no lo necesitaba.
La madre declamaba y derrochaba solo para mantener las apariencias.
Los hijos usaban la tarjeta de crédito como si se las hubiera dado Ricardo Fort.
Pero una mañana debieron mirarse a sí mismos y enfrentar la dura realidad.
No hay plata, no hay ingresos, todos tiran de la manga del padre, que ya no puede seguir emitiendo cheques sin fondo, y al único que puede recurrir es al usurero del pueblo.
Eso sí. Hagamos como que nada pasa.
Reemplacemos los autos por el colectivo, cambiemos el jamón por la mortadela, recuperemos la ropa del  verano pasado.
Pero sigamos diciendo que nos va fenómeno.
Cuánto aguanta esta contradicción?
Poco. Hasta que se acaben los últimos cospeles.
El gobierno de Kristina está haciendo un ajuste brutal y ortodoxo, que no tiene nada que envidiarle al Rodrigazo ni a todos los que vinieron después.
Kichilof, o como se escriba, es un marxista que hace lo mismo que haría Cavallo.
Pero además lo hace mal, o sea que no sirve para nada.
Tienen todas las esperanzas puestas en los dólares de la soja.
No lo dicen, pero saben que también tendrán que hocicar ante el FMI para que alguien les preste plata, a tasas de usura.
Lo importante es llegar.
Pero para octubre 2015 falta una eternidad.
Si algo de eso falla o se demora, como dicen los relatores de fútbol, a los K “se les termina la cancha”.
·        A partir de marzo hay que empezar a pagar los aumentos a los policías y demás empleados públicos, conseguidos en diciembre.
·        Hay que seguir pagando los planes sociales, porque con el fútbol no alcanza para tenerlos quietos.
·        Las paritarias no dejarán conformes a los asalariados, porque la inflación ya se comió los aumentos futuros.
·        Los dirigentes gremiales, como siempre, acompañarán al muerto hasta el cementerio, pero no entrarán con él.

Sin plata, sin crédito y con la gente en la calle.
Así estaba Angeloz en el 95.

Y el viento también se lo llevó.