Vientos
En Mayo
de 1989 viajé a La Rioja con Charlie Fernández, periodista de Radio
Continental, y por entonces columnista político mío en Aire Libre también.
Carlos
Menem, presidente electo, afinaba la conformación de su gabinete mientras la hiperinflación
era una fiebre que no bajaba.
Nos
había concedido una entrevista exclusiva de una hora.
En medio
de la grabación, le preguntamos a Menem cuándo estaría listo para asumir.
Yo YA
estoy listo, respondió.
Para un
gobierno con tanta debilidad ese soplido podía asimilarse a un huracán que
podía llevárselo puesto a Alfonsín.
Y se lo
llevó.
El 9 de
Julio del 89 asumió Carlos Menem.
Ese
fantasma todavía no sacude a la Argentina 2014 por varias razones:
1. Nadie
está en condiciones de asumir. Eso calma la ansiedad y deseos de cambio en la
sociedad.
2. La
inflación no llegó a ser Híper, aunque
eso no sea mérito del gobierno.
3. Los
gremialistas encontraron hasta ahora la forma que hacerse los tontos y demorar
sus demandas. Por mucho menos, Saúl Querido le hizo 14 paros a Raúl Alfonsín.
4. Parece
haber un consenso tácito en que el gobierno debe terminar su período, no solo
por la institucionalidad, sino para que terminen de quemarse solos, y nadie les
dé la excusa para decir “no nos dejaron terminar”.
Pero
todo eso puede cambiar muy rápidamente, y en simultáneo.
La
Argentina es hoy una familia en bancarrota.
El padre
despreciaba al gerente del banco y decía que no lo necesitaba.
La madre
declamaba y derrochaba solo para mantener las apariencias.
Los
hijos usaban la tarjeta de crédito como si se las hubiera dado Ricardo Fort.
Pero una
mañana debieron mirarse a sí mismos y enfrentar la dura realidad.
No hay
plata, no hay ingresos, todos tiran de la manga del padre, que ya no puede
seguir emitiendo cheques sin fondo, y al único que puede recurrir es al usurero
del pueblo.
Eso sí.
Hagamos como que nada pasa.
Reemplacemos
los autos por el colectivo, cambiemos el jamón por la mortadela, recuperemos la
ropa del verano pasado.
Pero
sigamos diciendo que nos va fenómeno.
Cuánto
aguanta esta contradicción?
Poco.
Hasta que se acaben los últimos cospeles.
El
gobierno de Kristina está haciendo un ajuste brutal y ortodoxo, que no tiene
nada que envidiarle al Rodrigazo ni a todos los que vinieron después.
Kichilof,
o como se escriba, es un marxista que hace lo mismo que haría Cavallo.
Pero
además lo hace mal, o sea que no sirve para nada.
Tienen
todas las esperanzas puestas en los dólares de la soja.
No lo
dicen, pero saben que también tendrán que hocicar ante el FMI para que alguien
les preste plata, a tasas de usura.
Lo
importante es llegar.
Pero
para octubre 2015 falta una eternidad.
Si algo
de eso falla o se demora, como dicen los relatores de fútbol, a los K “se les
termina la cancha”.
·
A partir de marzo hay que empezar a
pagar los aumentos a los policías y demás empleados públicos, conseguidos en
diciembre.
·
Hay que seguir pagando los planes
sociales, porque con el fútbol no alcanza para tenerlos quietos.
·
Las paritarias no dejarán conformes a
los asalariados, porque la inflación ya se comió los aumentos futuros.
·
Los dirigentes gremiales, como siempre,
acompañarán al muerto hasta el cementerio, pero no entrarán con él.
Sin plata, sin crédito y con la gente en
la calle.
Así estaba Angeloz en el 95.
Y el viento también se lo llevó.