Saturday, November 16, 2013

Bias

Bias
El término que se traduce como “desviación,  prejuicio o inclinación” se usa mucho en la televisión americana para referirse a la inclinación que tienen los medios a contar solo un lado de la historia, especialmente tomando partido por el más débil o por las grandes mayorías.
Un prestigioso ex columnista de la CBS, Bernard Goldberg, escribió un libro incluso, titulado “Bias” donde sostiene que eso pasa todos los días, por especulación o demagogia.
Algo de eso hubo en estos días con el patético caso de la camilla en la puerta del banco.
Todo el mundo le cayó al gerente del banco por insensible, burócrata, etc.
Pisemos la pelota y miremos.
En cualquier nación seria del mundo eso no pasa por varias razones.
Comenzando porque la policía se lleva en dos minutos la camilla, el abuelo, la hija y el perro, si lo hubiera.
¡A quién se le ocurre que puede entrar a un banco empujando una camilla!!!
Esta señora pretendió armar un escándalo mediático para que le pagaran a cambio de no levantar tierra.
El gerente actuó correctamente: se atuvo a sus directivas.
Eso no quiere decir que las cosas no puedan hacerse mejor.
Y en ese sentido, hay pocas cosas en el mundo tan ridículas como la burocracia pública argentina.
Hablando de jubilados:
1.    El depósito automático debería ser la constante. Para qué hacer cola bajo el sol o la lluvia. Concedamos que para muchos abuelos es una forma de matar el tiempo libre.
2.    Los familiares tienen que presentar un poder certificado por escribano. Por qué no lo certifica el gerente del banco, y nos ahorramos tiempo y complicaciones.
3.    Hay que presentar un certificado de supervivencia, para lo cual hay que ir a la comisaria, pagar el timbrado en el banco, volver a la comisaria. Para qué? Si los registros civiles cruzaran diariamente sus listas de defunciones con los bancos, los certificados no serían necesarios. Los bancos sabrían cada mañana quieren partieron ayer. Y eso lo hacen las computadoras, solitas, de  noche, “mientras el músculo duerme y la ambición descansa”.
Los ejemplos se multiplican a diario.
Sin embargo, nadie quiere tecnificar todo, sistematizarlo, como se dice ahora, por una sola razón: La mitad de los empleados públicos estaría de más; en todos los estamentos.

Y las computadoras no votan.

Saturday, November 9, 2013

Sorry.

Sorry.
La Grand Central Terminal de New York era un hervidero el lunes a las 3 de la tarde.
Por allí pasan 750 mil personas por día para tomar un tren.
Cruzar un ancho pasillo atravesando esa marea humana casi a la carrera es como cruzar la Avenida Colón a mitad de cuadra a las 11 de la mañana.
Nos sentamos en el Oyster Bar, en el primer subsuelo de la estación, a esa hora inusual para un almuerzo para celebrar, como le había prometido, el cumpleaños de Claudia comiendo ostras.
La mesera muy atenta nos dejó el menú y una lista de vinos que incluía más de 100 variedades y marcas de todo el mundo. Sin exagerar.
Vinos de California, Canadá, Australia, Sudáfrica, Italia… Chile, por supuesto.
Argentina?
No, I’m sorry, dijo la empleada con una sonrisa tímida como pidiendo disculpas.
Ya de regreso al calor de Miami, descubro por accidente un aviso televisivo del Vino Argentino “la bebida nacional”, sobre un tema musical de Fito Káez.
Escarbando en Youtube encuentro que hubo otro aviso anterior, sobre una música de Calamaro.
Son muy buenas piezas, destacando la condición del vino como parte de nuestra identidad nacional: asado, canciones, alegría….cultura.
Qué bueno. Hacen mucha falta incentivos como este para aguzar el fervor popular.
En definitiva, los argentinos solo sentimos orgullo por el ser nacional cuando juega la selección de futbol.
Pero había un datito que me hacía ruido: todos los artistas que participan en esos avisos son gente directamente vinculada al gobierno, a la televisión pública, etc.
Investigo un poquito más y descubro que los avisos pertenecen al Instituto Nacional del Vino, como  parte de la celebración de un nuevo aniversario del decreto K del 2010 que declaró al vino como “la bebida nacional”.
Nuestro vino enorgullece a los argentinos que beben en el mercado doméstico los mismos vinos que exportan, dice el decreto de Kristina, con lo cual se quiere decir que gracias a este gobierno nacional y popular, los argentinos más humildes ya no toman tetrabrik sino vino reserva de 200 dólares la botella.
Qué pena que una buena iniciativa, y necesaria, se bastardee con politiquería sectaria.
Chauvinismo negado y vaciado por el mismo gobierno.
En todos los aviones de Lan que llegan a Chile desde el exterior se difunde un aviso sobre la obligatoriedad de declarar todo tipo de plantas, animales, cultivos o cualquier ser vivo que pueda ser portador de plagas. “No ponga en riesgo el prestigio de los productos chilenos en el mundo, conseguido con tanto esfuerzo” dice el aviso.

Es cierto, conquistar un mercado lleva años.
En la Argentina, el energúmeno de Moreno llegó a prohibir la exportación de quesos para que no aumentara el precio interno.
Cuando vamos a recuperar esos mercados?
Hasta hace unos años (no sé qué pasa actualmente) los vinos mendocinos se vendían a Chile, y luego se exportaban al mundo con marcas chilenas, porque Chile tenía más demanda de la que podía atender.
Mientras el gobierno argentino siga mirándose el ombligo y la economía la maneje Don Korleone Moreno, las camareras del mundo seguirán esbozando un sonrisa y pidiendo disculpas: “Argentinean wine? No, I’m sorry”.