Thursday, February 2, 2017

Radicales


Radicales

Pareció algo exagerado, pero esa sensación está mutando rápidamente.
Mikhail Gorbachev, el hombre que decretó el final de la Unión Soviética, publicó un documento en la revista Time alertando sobre una peligrosa marcha global hacia una posible nueva guerra.

Señaló el creciente armamentismo y la actitud poco conciliadora, casi radical, de los líderes mundiales.

Donald Trump está empoderando, como se dice ahora, a posibles enemigos, para que no le falten.

¿Si es con China, será una guerra sólo comercial?
¿Podrá ser con Rusia, por su descarada ambición expansionista, como se vio en Krimea?
¿O será con Irán con quien juguemos a los soldaditos usando armas nucleares?

Mike Flynn, actual asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, lanzó ayer una “advertencia oficial” al gobierno de Teherán.

Si todo esto falla, todavía nos quedan North Korea, el Isis, y eventualmente, una marcha atrás en el restablecimiento de relaciones con Cuba, cristalizado por Obama el año pasado.

Steve Bannon, el principal estratega de Trump, declaró hace 9 meses, cuando estaba en el llano, que EE. UU. estará en guerra dentro de los próximos 10 años con el gigante asiático por la soberanía en las estratégicas islas del Mar de la 
China.
Al mismo tiempo EE UU, dijo, estará involucrado en otra guerra en Medio Oriente.
¿Seguirá pensando igual?

Los fabricantes de armas y algunos militares norteamericanos ya están lustrando los trabucos y pintándose la cara.

Además, la Casa Blanca quiere retirarse la OTAN porque cuesta mucho y ayuda poco.
Peor aún: Trump dice que no sirve para nada.

Los logros de este gobierno en sólo 10 días son indiscutibles.

Lo más preocupante es que son todas acciones coherentes con el estilo personalista, caprichoso y desenfrenado de Donald Trump.
Desde que asumió, se ha propuesto ignorar al establishment de Washington, gobernando según sus humores y ocurrencias.

Es cierto que la burocracia es frecuentemente una máquina de impedir, pero tampoco se puede gobernar como capanga paraguayo, sin consultar ni escuchar.

La semana pasada les remitió a dos de sus ministros, que aquí se llaman secretarios, sendos proyectos de leyes, a las 8:40 de la mañana, vía WhatsApp, y  quería el dictamen para las 10 de la mañana.
¡Una hora y media para producir un dictamen jurídico-económico de una ley!

La fiscal general de la Nación dijo el sábado pasado por la mañana que en su opinión la ley que impone restricciones a la inmigración es inconstitucional.
A la tarde la despidió y a las 9 de la noche juró su reemplazante.
Ese mismo sábado, también por la mañana, Trump habló con el Primer Ministro de Australia, un aliado incondicional.
Terminó a los gritos y colgándole el teléfono.

Son episodios que tienen importancia relativa, pero todos juntos son más que indicios.
Revelan una dirección en el manejo de los asuntos de estado preocupante, cuanto menos.
Ese es el hombre que tiene en un maletín los códigos del armamento nuclear de la primera potencia mundial.

La mejor síntesis sigue siendo lo que dijo Madonna:
“¿Cómo pudimos caer tan bajo?”

Santiago Daniele
periodista y abuelo


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