Radicales
Pareció
algo exagerado, pero esa sensación está mutando rápidamente.
Mikhail
Gorbachev, el hombre que decretó el final de la Unión Soviética, publicó un
documento en la revista Time alertando sobre una peligrosa marcha global hacia
una posible nueva guerra.
Señaló el
creciente armamentismo y la actitud poco conciliadora, casi radical, de los
líderes mundiales.
Donald
Trump está empoderando, como se dice ahora, a posibles enemigos, para que no le
falten.
¿Si es con
China, será una guerra sólo comercial?
¿Podrá ser
con Rusia, por su descarada ambición expansionista, como se vio en Krimea?
¿O será con
Irán con quien juguemos a los soldaditos usando armas nucleares?
Mike Flynn, actual asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, lanzó ayer una “advertencia
oficial” al gobierno de Teherán.
Si todo
esto falla, todavía nos quedan North Korea, el Isis, y eventualmente, una
marcha atrás en el restablecimiento de relaciones con Cuba, cristalizado por
Obama el año pasado.
Steve
Bannon, el principal estratega de Trump, declaró hace 9 meses, cuando estaba en
el llano, que EE. UU. estará en guerra dentro de los próximos 10 años con el
gigante asiático por la soberanía en las estratégicas islas del Mar de la
China.
Al mismo
tiempo EE UU, dijo, estará involucrado en otra guerra en Medio Oriente.
¿Seguirá
pensando igual?
Los
fabricantes de armas y algunos militares norteamericanos ya están lustrando los
trabucos y pintándose la cara.
Además, la
Casa Blanca quiere retirarse la OTAN porque cuesta mucho y ayuda poco.
Peor aún: Trump
dice que no sirve para nada.
Los logros
de este gobierno en sólo 10 días son indiscutibles.
Lo más
preocupante es que son todas acciones coherentes con el estilo personalista,
caprichoso y desenfrenado de Donald Trump.
Desde que
asumió, se ha propuesto ignorar al establishment de Washington, gobernando
según sus humores y ocurrencias.
Es cierto
que la burocracia es frecuentemente una máquina de impedir, pero tampoco se
puede gobernar como capanga paraguayo, sin consultar ni escuchar.
La semana
pasada les remitió a dos de sus ministros, que aquí se llaman secretarios,
sendos proyectos de leyes, a las 8:40 de la mañana, vía WhatsApp, y quería el dictamen para las 10 de la mañana.
¡Una hora y
media para producir un dictamen jurídico-económico de una ley!
La fiscal
general de la Nación dijo el sábado pasado por la mañana que en su opinión la
ley que impone restricciones a la inmigración es inconstitucional.
A la tarde
la despidió y a las 9 de la noche juró su reemplazante.
Ese mismo
sábado, también por la mañana, Trump habló con el Primer Ministro de Australia,
un aliado incondicional.
Terminó a
los gritos y colgándole el teléfono.
Son
episodios que tienen importancia relativa, pero todos juntos son más que
indicios.
Revelan una
dirección en el manejo de los asuntos de estado preocupante, cuanto menos.
Ese es el
hombre que tiene en un maletín los códigos del armamento nuclear de la primera
potencia mundial.
La mejor
síntesis sigue siendo lo que dijo Madonna:
“¿Cómo
pudimos caer tan bajo?”
Santiago Daniele
periodista y abuelo
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