Boudou
Hace muchos años, se hizo en EE.UU. una encuesta
masiva pero sin demasiada trascendencia. Se le preguntaba a la gente que querría
ser si tuviera que elegir un puesto dentro del gobierno.
Una señora muy educada dijo “Vicepresidente”
Por qué? le preguntaron.
-Porque el vicepresidente esta sólo para ir a los
velorios y no tiene responsabilidades.
Más allá de la humorada, lo cierto es que a la hora
de elegir un compañero de fórmula, los candidatos a presidente deben hacer un delicado
equilibrio, buscando a quien le arrime votos, sea hábil, inteligente, buen
negociador político en el congreso, pero no tanto como para que lo pueda
eclipsar.
Y por encima de todo, que sea leal.
· * Kirchner lo eligió a Scioli.
· * Kristina a Cobos.
· * Después a Boudou.
· * Menem a Duhalde.
· * Después lo llamó a Ruckauf.
· * Cuando renunciaron Cámpora y Solano
Lima, en el 73, lo hicieron viajar “de urgencia” al exterior al presidente del
Senado, Alejandro Díaz Bialet, para que asumiera Raúl Lastiri, yerno de López
Rega.
· * Y el disparate más grande de la
historia: Perón la eligió a Isabel.
Es decir que todos sacrifican al capaz, para ungir
al leal o al inofensivo.
El problema aparece cuando ocurre lo inesperado.
Cuando era presidente de EE.UU. George Bush padre,
del 89 al 93, el vicepresidente era Dan Quayle, joven, simpático y pintón. Como
Boudou.
Pero era un inútil total. Como Boudou.
Un día el presidente tuvo un problemita de salud y
de pronto a la gente le cayó la ficha de que la nación podía quedar en manos de
Quayle.
A todo el mundo le corrió frío por la espalda.
Distinto fue el caso de George Bush hijo (presidente
del 2001 al 2009) cuando se atragantó con un pretzel viendo un partido de beisbol.
La gente sabía que el verdadero poder residía en el
vicepresidente Dick Chenney.
Es muy difícil encontrar una persona que reúna todas
las condiciones, como fue con Clinton y Al Gore. En las elecciones de 92, primer
triunfo de Clinton, muchos decían incluso que hubieran preferido la fórmula al revés
(Gore-Clinton).
De hecho, después de los ocho años de Clinton, Gore
ganó los comicios, pero no fue presidente porque los republicanos le robaron la
elección con el aval de la corte suprema de justicia.
Hoy los argentinos comienzan la semana con dos
problemas adicionales:
1 No saben quién manda en el país.
No saben si es mejor que todo siga
concentrado en las manos de Kristina, o que se aplique la constitución y asuma
un vicepresidente que lejos de parecerse a Al Gore, traerá a la memoria la
imagen preclara de Isabelita.
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