Monday, October 7, 2013

Boudou

Boudou

Hace muchos años, se hizo en EE.UU. una encuesta masiva pero sin demasiada trascendencia. Se le preguntaba a la gente que querría ser si tuviera que elegir un puesto dentro del gobierno.
Una señora muy educada dijo “Vicepresidente”
Por qué? le preguntaron.
-Porque el vicepresidente esta sólo para ir a los velorios y no tiene responsabilidades.
Más allá de la humorada, lo cierto es que a la hora de elegir un compañero de fórmula, los candidatos a presidente deben hacer un delicado equilibrio, buscando a quien le arrime votos, sea hábil, inteligente, buen negociador político en el congreso, pero no tanto como para que lo pueda eclipsar.
Y por encima de todo, que sea leal.
·        * Kirchner lo eligió a Scioli.
·        * Kristina a Cobos.
·        * Después a Boudou.
·        * Menem a Duhalde.
·        * Después lo llamó a Ruckauf.
·        * Cuando renunciaron Cámpora y Solano Lima, en el 73, lo hicieron viajar “de urgencia” al exterior al presidente del Senado, Alejandro Díaz Bialet, para que asumiera Raúl Lastiri, yerno de López Rega.
·        * Y el disparate más grande de la historia: Perón la eligió a Isabel.
Es decir que todos sacrifican al capaz, para ungir al leal o al inofensivo.
El problema aparece cuando ocurre lo inesperado.
Cuando era presidente de EE.UU. George Bush padre, del 89 al 93, el vicepresidente era Dan Quayle, joven, simpático y pintón. Como Boudou.
Pero era un inútil total. Como Boudou.
Un día el presidente tuvo un problemita de salud y de pronto a la gente le cayó la ficha de que la nación podía quedar en manos de Quayle.
A todo el mundo le corrió frío por la espalda.
Distinto fue el caso de George Bush hijo (presidente del 2001 al 2009) cuando se atragantó con un pretzel viendo un partido de beisbol.
La gente sabía que el verdadero poder residía en el vicepresidente Dick Chenney.
Es muy difícil encontrar una persona que reúna todas las condiciones, como fue con Clinton y Al Gore. En las elecciones de 92, primer triunfo de Clinton, muchos decían incluso que hubieran preferido la fórmula al revés (Gore-Clinton).
De hecho, después de los ocho años de Clinton, Gore ganó los comicios, pero no fue presidente porque los republicanos le robaron la elección con el aval de la corte suprema de justicia.
Hoy los argentinos comienzan la semana con dos problemas adicionales:
1      No saben quién manda en el país.

               No saben si es mejor que todo siga concentrado en las manos de Kristina, o que se aplique la constitución y asuma un vicepresidente que lejos de parecerse a Al Gore, traerá a la memoria la imagen preclara de Isabelita.

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