Recuento
Germán Kammerath era entonces Secretario de
Comunicaciones de la Nación y una de las grandes espadas privatizadoras de
Carlos Menem, discutible galardón que disputaba día a día con Maria Julia
Alsogaray.
El mundo de los 90 marchaba hacia la entrega a manos
privadas de empresas y servicios públicos generando enormes ganancias a partir
de los beneficios especiales que le concedía el estado.
Era lo que, años antes durante el gobierno de Alfonsín,
José Manuel de la Sota había llamado “los campeones de la libertad subsidiada”.
En procura de colectar información y estrategias para
montarse a la ola liberal privatista Kammerath viajó a varios países, entre
ellos México.
A su regreso, me contó que se había entrevistado con
dirigentes del PRI, el Partido Revolucionario Institucional mexicano, que de
revolucionario tenía poco y nada, ya que estuvo más de 70 años en el poder,
gracias al fraude.
Ellos le dijeron que estaban privatizando todo lo que
podían, excepto el correo, “que no lo vamos a entregar nunca, le dijeron, porque
gracias a ello ganamos las elecciones”.
El correo era y es el núcleo central del sistema
electoral, donde los tramposos pueden meter mano, alterar las cifras y si
quieren, consagrar ganadores a aquellos que perdieron en las urnas.
Luis Juez, sigue diciendo, una década después, que le
robaron la elección durante la madrugada, cuando compitió por la gobernación de
Córdoba.
Cierto o no, es indiscutible que el sistema todavía
vigente en la Argentina es obsoleto, lento y vulnerable.
Lo que resulta intrigante y sospechoso es que los
únicos que quieren cambiarlo son los opositores. Nunca el oficialismo.
Las experiencias de Córdoba con la boleta única y de
CABA con el voto electrónico mostraron que se puede hacer mejor.
En un mundo donde los niños de 3 años, como mi nieto y
mi sobrina, ya saben enviar mensajes grabados por WhatsApp, argumentar que la
gente puede no estar preparada para el voto electrónico es una falacia.
Cuán difícil puede resultar poner el dedo en una pantalla
táctil sobre la foto del candidato elegido?
Cuando ha completado su selección de candidatos pondrá
su dedo donde dice “Votar”, para que se registre y la máquina le entregue un
ticket, como en el supermercado, que el votante pondrá dentro del sobre y luego
depositará en la urna.
Esos sobres serán el reaseguro para el recuento en
caso de dudas.
Dificilísimo.
A la hora del cierre, la máquina imprimirá el acta que
firmarán los fiscales y apretando una tecla los datos se transmitirán al instante
al Centro de Cómputos.
Peligroso e inconveniente….para los tramposos.
El ministro de Justicia Julio Alak hizo su primera aparición
el domingo pasado después de las 10 de la noche.
En EE UU a esa hora, el candidato vencido ya felicitó
al ganador, y éste habló, festejó y se fue a su casa.
Claro, en EE UU solo hay que contar 120 millones de
votos.
Qué hay que hacer para que las autoridades argentinas cambien
un sistema que ya resulta una vergüenza?
Si la red no es suficiente, que la refuercen para que
todas las escuelas tengan conectividad.
De paso, eso permitirá que finalmente muchos alumnos
puedan aprovechar las laptops que les regaló Kristina y que nunca pudieron
usar.
Santiago Daniele
Periodista y abuelo
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