Horizontes
Los americanos
tienen una expresión muy apropiada para estos casos: There is never a second chance
for the first impression” (Nunca hay una segunda oportunidad para la
primera impresión).
Sergio
Massa ha decidido que ha llegado el momento en pararse en el gran escenario de
la política argentina.
Comienza
caminando la provincia de Buenos Aires, porque es candidato a diputado por ese
distrito, pero está claro que su campaña se dibuja como un elaborado plan de
lanzamiento de una eventual candidatura presidencial para 2015.
Tiene
una altísima intención de voto en su provincia, pero es muy poco conocido en el
resto del país.
Por eso
resulta crucial la primera impresión que le cauce a la gente.
Por
ahora, le ayudan su figura joven, su carisma, y su habilidad comunicacional.
Los
periodistas ya lo interrogan como virtual candidato a la presidencia, pero él
se cuida de no decir una palabra de más.
No hace
ni una mención a su pasado K, del mismo modo que Cristina no menciona al
peronismo, al que quisiera sepultar en el fondo de la historia, eclipsado por
las figuras gigantescas de los nuevos Padres de la Patria: Néstor y ella misma.
Además,
para recuperar la mística peronista ya está José Manuel, quien ha dejado claro
que va por ese camino.
Massa
por ahora no hace promesas, las cuales en todo caso serían vacías. Habla de buscar
soluciones concretas a problemas concretos de la gente: transporte, salud,
seguridad… lo de siempre.
Ese
libreto sirve para un candidato a intendente, y no mucho más. Pero como los sectores populares y mayoritarios
solo están interesados en que alguien les resuelva sus urgencias cotidianas,
eso funciona.
La opinión
pública pensante, en cambio, tiene la obligación de medir a sus
dirigentes políticos con otros parámetros.
Son las
políticas de estado, los proyectos de mediano plazo, las definiciones políticas,
la inserción del país en el mundo, los planes para las futuras generaciones.
La
claridad y visión para delinear esos rumbos son las que encumbran a los
dirigentes políticos a la categoría de líderes y, eventualmente, estadistas.
A
veces, esos objetivos se pierden de vista, cuando una nación es gobernada mucho
tiempo por una runfla patotera y conventillera.
Massa, o
quienquiera anotarse en la carrea presidencial del 2015, debería ir mostrando
que tiene calidades y cualidades para elevar el debate político, y ampliar los
horizontes de la ilusión.
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