Thursday, July 11, 2013

Horizontes

Horizontes

Los americanos tienen una expresión muy apropiada para estos casos: There is never a second chance for the first impression” (Nunca hay una segunda oportunidad para la primera impresión).
Sergio Massa ha decidido que ha llegado el momento en pararse en el gran escenario de la política argentina.
Comienza caminando la provincia de Buenos Aires, porque es candidato a diputado por ese distrito, pero está claro que su campaña se dibuja como un elaborado plan de lanzamiento de una eventual candidatura presidencial para 2015.
Tiene una altísima intención de voto en su provincia, pero es muy poco conocido en el resto del país.
Por eso resulta crucial la primera impresión que le cauce a la gente.
Por ahora, le ayudan su figura joven, su carisma, y su habilidad comunicacional.
Los periodistas ya lo interrogan como virtual candidato a la presidencia, pero él se cuida de no decir una palabra de más.
No hace ni una mención a su pasado K, del mismo modo que Cristina no menciona al peronismo, al que quisiera sepultar en el fondo de la historia, eclipsado por las figuras gigantescas de los nuevos Padres de la Patria: Néstor y ella misma.
Además, para recuperar la mística peronista ya está José Manuel, quien ha dejado claro que va por ese camino.
Massa por ahora no hace promesas, las cuales en todo caso serían vacías. Habla de buscar soluciones concretas a problemas concretos de la gente: transporte, salud, seguridad… lo de siempre.
Ese libreto sirve para un candidato a intendente, y no mucho más.  Pero como los sectores populares y mayoritarios solo están interesados en que alguien les resuelva sus urgencias cotidianas, eso funciona.
La opinión pública pensante, en cambio, tiene la obligación de medir a sus dirigentes políticos con otros parámetros.
Son las políticas de estado, los proyectos de mediano plazo, las definiciones políticas, la inserción del país en el mundo, los planes para las futuras generaciones.
La claridad y visión para delinear esos rumbos son las que encumbran a los dirigentes políticos a la categoría de líderes y, eventualmente, estadistas.
A veces, esos objetivos se pierden de vista, cuando una nación es gobernada mucho tiempo por una runfla patotera y conventillera.

Massa, o quienquiera anotarse en la carrea presidencial del 2015, debería ir mostrando que tiene calidades y cualidades para elevar el debate político, y ampliar los horizontes de la ilusión.

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