Clavel
Hace muchos años, durante un viaje a Miami,
compartía un asado con un grupo de latinos en la casa de Palito Ortega.
Uno de los invitados, argentino también, decía que
en este país la gente se “estupidiza” siguiendo las normas.
“Ponés una flecha hacia el mar y todos los bol…… van
y se ahogan siguiendo la flecha.”
Palito le refutaba diciendo que no es así, porque
nadie va a poner una flecha apuntando hacia el mar. ”La van a poner para el
lado que tiene que ir”
Así de simple y básico es el funcionamiento de toda
organización social. Unos crean las normas y todos las respetamos. Para eso los
hemos elegido, porque los consideramos los mejores. Si no nos conforman, cuando
haya nuevas elecciones los reemplazaremos.
Por el contrario, los atajos conducen al caos.
En la Argentina hay un estado deliberativo
permanente, que desdibuja los roles y ningunea a los dirigentes (que por otra
parte hacen patrióticos esfuerzos todos los días para que así sea), llevando a
un estado de confusión donde las aberraciones parecen la normalidad.
Así se ve desde afuera.
Los estudiantes toman el Colegio Nacional de Buenos
Aires, porque ellos quieren decidir los contenidos de los programas de
estudio.
La provincia de Córdoba decide fusionar su servicio
de emergencias con el de la ciudad de Córdoba, y los empleados hacen huelga
porque ellos lo hubieran hecho distinto
(o no lo hubieran hecho).
Los partidos de fútbol se juegan sin hinchada
visitante, pero se inventan las tribunas “neutras” para gambetear la
prohibición.
Los empleados de un CPC consideran que la jefa
designada no es de su agrado, y hacen paro para que la remuevan.
El cartel enorme dice clarito “Prohibido
estacionar”, pero el tipo igual se detiene allí, y cuando el inspector hace
sonar su silbato le dice:
-Son solo dos minutos.
-Señor, no se puede.
-Pero son solo dos minutos.
-Señor, le repito que no se puede.
…………..
Y cuando le hacen la multa les manda saludos a la
mamá y las abuelas.
Otro cartel dice que la velocidad máxima en esa
avenida es 50 KPH, pero yo considero que 70 está bien, y le meto pata.
Si el semáforo se pone en amarillo no podes frenar
porque el que viene detrás aceleró y te lleva puesto.
Y el disparate mayor: los piquetes y los cortes de
ruta.
No se trata solo del famoso “hecha la ley, hecha la
trampa”. Es mucho más complicado. Es la “relativización permanente”, el
cuestionamiento de las normas, la confusión de los roles.
Para cada regulación se inventa una alternativa por
izquierda.
Todo se flexibiliza, se acomoda y se redibuja bajo
un enorme paraguas: “Estamos en Argentina”.
Lo siento, Kristina. Mientras las cosas sigan así,
las comparaciones con Australia y Canadá quedan como “clavel en boca ‘e perro”.
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